Las activistas de Femen han irrumpido, al fin, en las tribunas de nuestro Congreso de los Diputados a lo grande arropadas con los oropeles de su juventud al desnudo, la adarga de sus voces justicieras y un eslogan sobre sus pechos que recuerda a los principios mismos de la libertad.
Sólo el nuevo Zar ruso, Putin, las ha metido en la cárcel. En los demás países dónde han protagonizados sus saltos de denuncia nadie se ha atrevido a tanto. La mayoría no les da gran importancia, «la moda pasajera de unas chicas rebeldes», comentan. Otros escriben y se explayan desviando el sentido de su protesta al exagerar la belleza de sus cuerpos y la hermosura rosada que corona sus cabellos. Pero no deben de estar atinados del todo. Cuando una mujer convierte su cuerpo en una hoguera desnuda no es porque le llame una moda, sino porque esta realmente furiosa.